Melilla está atravesando una de las peores crisis socioeconómicas de su historia reciente. Con una de las tasas de paro más altas de España, situada en el 27% frente a la media nacional del 11.2%, la ciudad se enfrenta a una situación de extrema vulnerabilidad. A esto se suma que un 31% de los melillenses vive en riesgo de pobreza, y un 16% de los hogares no cuenta con ningún ingreso, lo que se traduce en una calidad de vida alarmantemente baja y una carencia material severa para el 12% de la población.
Los recientes datos de la Encuesta de Población Activa han puesto de manifiesto el alcance de esta crisis, que no solo afecta a las estadísticas, sino que se refleja en la vida diaria de miles de personas en la ciudad. Para agravar la situación, Melilla perdió una inversión de 16 millones de euros destinada a planes de empleo, que habrían ofrecido oportunidades a 1,600 personas en situación de paro. Este recurso perdido incrementa el número de desempleados a 11,400, afectando profundamente la economía y el bienestar de la comunidad.
A pesar de que estos datos alarmantes se conocen desde hace tiempo, la inacción de los responsables políticos sigue siendo motivo de frustración y preocupación. Mientras PP y PSOE continúan señalándose mutuamente en lugar de tomar medidas concretas, la ciudad se acerca peligrosamente a un punto de no retorno.
Es momento de que nuestros líderes dejen de lado sus diferencias y trabajen juntos para frenar el deterioro social y económico de Melilla. La situación requiere decisiones urgentes y eficaces antes de que el daño sea irreversible.